CANDIDATOS PRO VACUNAS. EL RESTO NO CUENTA.
Por: Silvio Guerra Morales
No he visto a ningún político, llámese independiente o adscrito a un partido político, en este país, y luego de dos años de constantes violaciones, desconocimientos de los derechos y libertades ciudadanas, frente al tema de que las autoridades, pretextando llamarse los custodios y guardianes de la salud pública -Discurso en el que cayeron no pocos incautos y hasta la propia oposición- que, hasta el día de hoy, hayan salido a defender al pueblo que no ha creído en las inoculaciones o “vacunas”. Sin dejar de mencionar que esos que quitan las miradas y los oídos de cuanta verdad se les ha dicho frente a la toxicidad de las inoculaciones, mantienen una fe ciega, en ellas, y muy a pesar de que la propia Pfizer ha reconocido centenares de afectos adversos a la salud humana, multitudes ven en estas inoculaciones la salvación de sus vidas y la salud.
Son sordos y ciegos que no quieren, los unos oír y, los otros, ver. El mundo entero, no obstante, y a pesar de todo, poco a poco, ha venido despertando de ese letargo o adormecimiento, porque el opio del terror, la morfina del engaño y la marihuana de la perversión lograron producir una especie de ciudadanos borregos y obedientes al nuevo orden económico mundial; al nuevo orden sanitario, familiar, infantil , niñez y adolescencia; al nuevo orden de cómo tratar a los adultos mayores; al nuevo orden climático y alimentario, en fin.
También muy a pesar de que circula, desde hace algunos meses, en las redes sociales, un audio y video en el que uno de los que constituyen piso, techo y columna de la Agenda 20-30, confiesa que seguirán produciendo vacunas, inoculaciones, porque la población tiene que ser reducida hasta en un 20%, sin embargo, hay gente que esto lo ha oído, lo ha visto y creen que esto es broma, que es relajo, que no es cierto, dirán que es puro cuento chino.
He visto, con asombro y tristeza, una obediencia casi insólita en nuestra población. Por ejemplo, el día miércoles de esta semana, en la vía España, en una de las estaciones del Metro, pude observar a no pocas personas casi empujarse para hacer la fila de aplicación para la cuarta dosis. Hasta con cierta alegría y jolgorio lo hacían. Como si se estuviera repartiendo confites, piñatas o regalos de Navidad, pasando por inadvertido o con un deje de poco me importa y que no es mentira, que no es un chiste, que las inoculaciones contienen grafeno, altamente tóxico para la salud humana.
De nada ha valido que le hayamos dicho los nombres de las grandes eminencias científicas que han hablado sobre lo que señalo. Empezando por Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina y recientemente fallecido. Grandes analistas y connotados representantes de la dialéctica del pensamiento social, político y filosófico actual, como Miklos Lukacz, César Vidal Manzanars, Pablo Muñóz Iturrieta, etc. , nos han venido alertando del gran desmadre de las instituciones, de los conceptos y hasta de nuestra propia identidad como personas y como nación.
Se habla del Big Reset, el gran reseteo de todas las cosas. Es conspiranocio todo esto, todo se levanta en contra del Orden de Dios. Pero no pasarán, Jamás. El nuevo orden está en desarrollo, ya es una realidad. Pero al parecer la población panameña y la mundial pernoctan, está en el limbo. Como en un sueño del que no se quiere despertar. Es el sueño de la muerte. Todo lo que digamos o expresemos, salvo las mayorías cristianas y las que piensan y analizan todo y creen en un Dios Superior y Real, a esas muchedumbres sin pastor, les parece que es puro blablablá, cuestión de resentidos, que somos conspiranoicos o covidiotas, a los extremos de tildarnos que somos una especie de quinta columna en medio de la pandemia. Nos han proferido los calificativos más denigrantes, tanto así que nos bautizaron con el nombre de la Resistencia. Bueno, sí somos la Residencia a la ignominia, a la destrucción masiva de los humanos, al desconocimiento y violación fragante de los Derechos Fundamentales de los ciudadanos. Somos la Resistencia a la soberbia de los poderes económicos que subyugando y doblegando a los poderes políticos, ahora reclaman para sí la Soberanía de las naciones, de cada Estado, de cada Gobierno para no tener ningún freno, ni limitación alguna y de esta manera hacer y deshacer cuanto les venga en gana con la población de cada estado.
Hace unos días atrás dijimos lo que ocurriría en Ginebra- Suiza, nadie creyó que esto se iba a dar. Ahora resulta que se está dando esa gran reunión o asamblea de la OMS para que los delegados o representantes de la salud de cada estado, más de 194 Naciones, renuncien a la soberanía y depositen en la OMS el sumo y absoluto poder plenipotenciario de decidir qué hacen con la salud de los ciudadanos. Vaya delito este que se comete -En el caso panameño, delito contra la personalidad jurídica del estado-.
Bien, inicié este artículo expresando que no había visto a ningún político, sea independiente o de partidos políticos, tampoco de gobierno, salir a defender los derechos de los conciudadanos y para mí un político que no tenga en mente, que no esté convencido, que no tenga la convicción de que los Derechos Humanos, los Derechos Cívicos, los Derechos Civiles y Políticos de los Ciudadanos están por encima de cualquier agenda de gobierno extranjero o de organizaciones u organismos internacionales o mundiales, será un abyecto que mañana entregará hasta la propia dignidad de los nacionales si así se le exigiere. Veamos el ejemplo del Presidente de Brasil, el Licenciado Bolsonaro, quien dijo que no entregaría la soberanía de Brasil a la OMS. El ejemplo del Presidente de Bangladesh, que renunció a seguir siendo miembro de la OMS. Y en Panamá que ha acontecido?. Hasta el día de hoy nada. Nada nos han dicho si están reunidos allá en Ginebra – Suiza. No sabemos nada en lo absoluto de qué se está discutiendo o aprobando.
Luego, entonces, que político podrá venir a pedirte que lo apoyes, que le des el voto, porque sino fueron capaces de defender a la Nación, a nuestra población, de defender nuestra soberanía y dignidad, menos lo serán para administrar la cosa pública. ¡Dios bendiga a la Patria