El centralismo no democrático, no favorece la forma de estado con un sentido de equilibrio social.
Por: Ramiro Guerra M. Abogado y Cientista Político.
El centralismo no democrático, no favorece la forma de estado con un sentido de equilibrio social. Lo democrático como expresión de una política que tienda a tender puentes con la sociedad, articulando a una forma de ejercer el poder democráticamente, constituye un requisito sine qua non, de un estado que no es mero instrumento del poder económico. Algunos cientista político señalan, que a pesar de que el estado en las sociedades capitalistas, se corresponde con esa naturaleza, la relación que se traba entre uno y otro, no es directamente de subordinación grosera e unilateral.
Pueden darse coyuntura, donde el estado se reserva para sí una cuota relativa de autonomía frente a los grupos de poder, sin que lo anterior signifique rebasar el marco o los límites del sistema al cual sirven y ayudan a mantener y reproducirse. Son coyunturas, donde el estado guarda distancia de los bloques de poder económico y se acerca a los sectores y clases no perteneciente a esos bloques de poder , dando formas a estado y gobiernos que asumen políticas de aparentemente estar por encimas de las clases sociales, condición necesaria para una forma de estado y gobierno de equilibrio social y los más importante ampliando los espacios de participación real y efectiva en el estado, de esos sectores no adscritos a esos grupos de poderes hegemónicos.
Sobre este tema existe literatura abundante en la narrativa política.
En la década se habló y escribió sobre la naturaleza bonapartista del estado y el régimen que tuvo su expresión máxima en la figura del general Omar Torrijos. Igualmente caracterización parecida al régimen que en Perú , presidió Velasco Alvarado. Acertado o no tales caracterizaciones, lo cierto, fue que el poder político se reservó una cuota importante de autonomía frente a las clases dominantes, ello como condición de dar forma a un estado y gobierno de pleno equilibrio social, únicamente posible con la acción y protagonismo real del resto de la sociedad, en la cuestión de la gobernabilidad. De otra manera no hubiera sido posible el proceso revolucionario o reformista como lo caracterizaron corriente de la izquierda. Lo cierto que el estado a la vieja ultranza oligarca, fue sustituido por una visión progresista del ejercicio del poder.
Por qué traigo a colación este análisis? Precisamente, porque con insistencia he venido sosteniendo, que lo que tenemos como estado y gobierno, está muy lejos de lo que es un estado y gobierno de equilibrio social y de contrapeso, únicamente posible con la acción y participación de los sectores no dominantes en el ejercicio del poder y toma de decisiones. A esto me refiero, cuando he escrito sobre cambiar el rumbo de la nave del estado.