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OPINIÓN

EL COLAPSO O DEL FIN DE LA HISTORIA

Por: Silvio Guerra Morales. 

 

 Para finales del año 2019, para ser más exactos, el 31 de diciembre, el mundo entero recibía, oficialmente, la noticia de que en la Provincia China de Wuham había aparecido un brote de una variante del virus del covid y que ese virus era mortal. Y se le bautizó con el nombre de covid/19. Este virus fue bautizado así, adicionándole a la palabra covid el año en el que aparece, denominándose como el Covid/19. 

 La Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo del que ya casi nadie escuchaba hablar y que nunca nos resultó de tanta importancia, se activó, de la noche a la mañana, con una presencia asombrosa en los medios de comunicación y en las redes sociales, saliendo a decretar en fecha de 30 de enero del año 2020 que había una emergencia de salud pública y procede a declarar un estado de pandemia mundial. A dicha declaratoria de la OMS, los gobiernos de las naciones procedieron, de modo casi armónico, a decretar cuarentenas totales, asilamientos domiciliarios, reducción o supresión de los derechos humanos y de las libertades ciudadanas, y se sembró en la población un estado de terrible miedo o de pánico, extremo, tan así que, hubo quienes censuramos las atrocidades cometidas por las autoridades en tiempo de pandemia y, salvo pocas voces y dentro de las cuales se encuentra la mía, cuestionamos jurídica, política y científicamente (médicos), los despiadados encierros, sin contemplaciones, los aislamientos, la negligencia sanitaria, la renuncia de la soberanía sanitaria por los gobiernos, empezando por el nuestro, incapaz de rectorizar la toma de decisiones muy nuestras, en fin. 

 Las noticias; los cintillos de los más importantes diarios de todo el mundo; los titulares de las grandes cadenas de televisión; los informativos noticiosos en las cadenas de radiales; todo convergía en una nefasta película de terror referente al mortal virus del Covid/19. Según se dio a conocer, poco o nada se sabía de cómo hacerle frente a este supuesto virus y así empezaron entonces las grandes cadenas farmacéuticas, las “Big Pharma”, una especie de maratón de la más alta velocidad, una carrera contra el tiempo, a toda costa, para ver quien sería el primero en sorprendernos con la aparición o descubrimiento de la vacuna que, supuestamente, neutralizaría el virus y daría sanidad a la población de las naciones. 

 En Panamá, como en otras partes del mundo, los representantes de la ciencia médica: médicos, laboratoristas, epidemiólogos, especialistas en bioética médica, etc., empezaron a decir que no se vislumbraba, prontamente, una vacuna en contra del virus y afirmaban que, según el tiempo que se tomaba encontrar o descubrir una vacuna, ello podía oscilar entre los siete u ocho años, mínimos, para encontrar la cura. Recuerdo, perfectamente, a un conspicuo epidemiólogo patrio moverse en este discurso y que, hoy día, alega que “la ciencia ha evolucionado mucho y con ello los descubrimientos de las vacunas aparecen más rápido que ligero”, con lo cual pretende justificar la prontísima aparición de las “vacunas” contra el covid/19. 

 Es así cómo, que de la noche a la mañana, aparecieron en escena las famosas vacunas de empresas farmacéuticas como la Pfizer, Astrazéneca, Moderna y otras de países que como Rusia y Cuba decían, también, haberla descubierto. Empezó, de este modo, el gran negociado entre estas grandes casas farmacéuticas con las naciones del mundo. Fueron cientos y cientos de miles de millones de dólares que se tuvo que pagar para tener acceso a las vacunas, con la exigencia burda e incomprensible para nosotros de la famosa cláusula de no publicitación o divulgación de los contenidos de los contratos suscritos entre los gobiernos y estas casas, primordialmente la Pfizer. Esta clausula era indicativa de que algo deshonesto mediaba en el asunto y que, prontamente, salió a la luz pública que las vacunas no eran “vacunas” y que las mismas no evitaban contagio alguno ya que, lejos de los aspectos médicos, ellas forman parte de un macabro plan para controlar a la población mundial y sentar así lo que los poderosos de la tierra llaman el Nuevo Orden mundial -NOM- y que el Foro Económico Mundial –FEM- ya refiere o proyecta como el establecimiento de un gobierno universal en el que proyecta al hombre hacia el transhumanismo, cosa que advierten pueden lograr a través de las vacunas génicas y tecnológicas que han implantado en la humanidad o, al menos, en gran parte de la población que acudió y sigue acudiendo, obedientemente, a inocularse. El transhumanismo es la desaparición del alma y la muerte del espíritu en el hombre, siendo que los malos espíritus pretenden ocupar esos espacios sagrados. Dios no lo permitirá. Así como la Babel de la antigüedad fue destruida y confundidos sus gestores, igual sucederá en los tiempos actuales con esos “poderosos de la tierra”. Serán destruidos y humillados. No pasaran¡ Cristo es real, no una leyenda. Es viviente Salvador, no un dato de computadora. 

 El pueblo, la población que había sido horrorizada, creyó ciento por ciento en el efecto de estas vacunas. Creyó que había sido salvada d el muerte. Vi, en algunas personas la alegría de esa “salvación”. Hasta se peleaban los turnos y el orden para inocularse en las enormes filas o hileras de personas que por poco exigían a gritos ser inoculadas. Sin embargo, no pasó mucho tiempo, cuando el gran fraude comenzó a ponerse de manifiesto y en evidencia, y las Big Pharma, viendo que el negocio potable era un profundo verdadero pozo de petróleo que nunca debía acabarse o agotarse, empezaron a promover la nueva segunda dosis, y la tercera y la cuarta. Como vieron que la población perdió su fe en estas inoculaciones, empezaron con la inyección que no falla, la del miedo, y orquestaron el falso discurso de las “olas”, segunda “ola”, de las nuevas variantes o nuevas “cepas”, etc.  

Finalmente, en medio de la supuesta pandemia, han salido ahora con el falso discurso de la huella de carbono, del cambio climático, de los alimentos que matan y contaminan, y con ello continuar sembrando el pánico, el terror, el miedo intenso en la población, porque ellos, los del nuevo orden se presentan como los “salvadores” del mundo. Pero, las mentiras caen, solas se quedan desnudas y expuestas, porque los pueblos gritaron altisonantes el gran fraude hecho a las naciones o más bien, a la población mundial que se percató de que todo había sido una farsa, todo había sido un manejo perverso para gobernar al mundo, gobernar a la población, crear un supuesto gobierno universal y controlar hasta el modo de andar de los ciudadanos. 

 No hubo que hablar demasiado. Los hechos hablaron por sí solos. Resultó ser, entonces, que los que estaban inoculados con estas famosas vacunas de las Big Pharma empezaron también a contagiarse de Covid/19 y también se morían. Los que decidimos no inocularnos con la vacuna de la mentira, de la maldad, si nos dio el covid salimos adelante con los remedios y las curas de la abuela, y aquí estamos, formando parte del grupo de personas que denuncian las mentiras y el plan macabro del NOM. 

 Tampoco tuvo que pasar mucho tiempo para que los grandes jerarcas de estas casas farmacéuticas empezaran a confesar, presionados por políticos serios y honestos de parlamentos europeos y de América, que todo fue parte de una gran mentira, de un gran crimen contra la humanidad y una de esas jerarcas, llegó a decir que la famosa vacuna nunca fue testada, probada, siendo ello condición necesaria para saber, a ciencia cierta, si la inoculación era o no efectiva y eficaz para combatir el COVID 19. 

 El breve análisis que presentamos, es un retrato, en blanco y negro, del terror. Ni las películas de terror de los grandes productores de Hollywood podrían compararse con este serie: Y digo serie porque es una película de terror que nos llega en episodios o en capítulos, bien definidos, que nos permiten hilar y razonar sobre esta patraña, la pandemia de la mentira, del robo, de la muerte. No causada por el Covid/19, sino por quienes se llaman los “poderosos de la tierra” y que en número, según se dice, no pasan de ser más de 150 personas. Son ellos los que controlan el movimiento económico, cultural, literario, el movimiento ético, la tecnología, hasta los alimentos sobre el planeta tierra. 

 ¿Qué sucede?. Pues que habiéndose dado cuenta la población mundial, en Panamá igual, de todas estas grandes mentiras, aun hay gobiernos, como el panameño, que siguen siendo cómplices, de este robo descarado a los erarios públicos de las naciones, por parte de las Big Pharma, y es así que se hacen cómplices primarios, coautores, del crimen contra la humanidad, y aunque saben que participan de un programa criminal, fraudulento y deshonesto, persisten en comprar el veneno que inoculan a la población senil, adulta, infantil, juvenil.  

 Los medios de comunicación, los dueños de las grandes redes sociales lo sabían desde un principio, pero se trataba de sembrar el pánico y el caos y nada mejor para dirigir y controlar a un ser humano que poniéndolo frente al monstruo de la muerte. Ofrecieron salud y vida, pero falsamente, con engaños. Pues aconteció que las vacunas para nada sirvieron y que, lejos de causar bien, son las causantes de cientos y miles de enfermedades y muertes en todo el mundo. 

 Los autores de esta gran farsa tendrán que pagar, más temprano que tarde, sentados en el banquillo de los acusados, el dedo acusador de la inocencia, el dedo acusador de la pureza, el dedo acusador de la buena fe, el dedo acusador de la cristiandad, los señalará a ellos como autores y culpables de este genocidio, y así, aunque nos amenacen con aniquilar nuestros derechos fundamentales, nuestros derechos humanos, sabemos que quien libra la batalla y es el dueño de ella, es solamente Dios, quien nos defiende y sale siempre en pro de lo justos, de los buenos, de las almas nobles. ¡Dios bendiga a la Patria!