EL EJE DE LA DISCUSION
SE HA TRASLADADO.
AHORA ES CUESTION DE SOBERANÍA
Y DE ESA SÍ SE COME!
Por: Silvio Guerra Morales
La minería a cielos abiertos no es una opción, para ningún país, menos podría ser una imposición. Esta clase de minería es destructora, avasalladora, corrosiva. Todo lo que haya a su paso queda inerme, desértico, destrucción total. Su inconveniencia para Panamá ha sido objeto de argumentos miles por parte de especialistas en la materia y que lo han dicho a los cuatro vientos. Todos los ecosistemas se ven destruidos, flora y fauna, ríos, lagos, quebradas, aguas subterráneas, cauces de ríos, contaminación en el aire, en fin.
En lo que corresponde a la población, aunque supuestamente feliz un sector que trabaja en las minas, por tener una fuente de trabajo, los capítulos que siguen a esa aparente felicidad narran la misma suerte, la misma historia que habrá de correr la tierra en donde se explotan los metales: oro, cobre, molibdeno, plata, etc. Destrucción, hambre y desosiego, muerte y desesperanza.
Quien haya leído Las Venas Abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, entre sus capítulos, encontrará con despliegue literario único, la descripción horrenda que se hace de los poblados y comunidades en Bolivia, sobre todo en aquellos lugares en donde se asentaron las empresas mineras. Sacados o extraídos los recursos naturales propios de la actividad minera, a los pueblos tan solo les queda un apocalipsis fúnebre del cual difícilmente se levantarán o reconstruirán.
En Panamá, reitero, la discusión sobre las ventajas o las desventajas de la explotación minera, es un tema que ya ha superado toda teorización en torno a la mera conveniencia o no de la explotación minera. Los argumentos, en su mayoría, terminaron dando cuentas claras, altisonantes, de que ese contrato que, a todas luces, contra viento y marea, quiere hacer aprobar en la Asamblea Nacional de Diputados, el Ejecutivo, previa asentimiento o visto bueno por parte del Consejo de Gabinete, es un descaro mayúsculo. Pareciera que el Gobierno ha hecho compromisos irrevocables, para con la empresa minera, encaminados a la aprobación del referido contrato que ahora nos disfrazan, cuales caramelitos o confites de piñata, de unas modificaciones que, aunque puedan ser calificadas por el gobierno como buenas, son, en el fondo, insustanciales, plagadas de formalismos que no entrañan la verdadera cuestión de fondo en dicho contrato.
No ha habido, por parte del Ejecutivo ni por parte de ningún vocero del gobierno, defensa alguna de la integridad territorial, del derecho de Panamá a dirigir y explotar nuestros propios recursos de manera razonable y en procura de los mejores beneficios para las grandes mayorías nacionales.
En ese orden, el Gobierno Nacional publica o divulga un comunicado en el que trata de convencernos que hay diferencias entre el contrato presentado a la Asamblea en fecha de 3 de agosto de 2023 (Proyecto de Ley No. 1043) y las modificaciones aprobadas en Consejo de Gabinete del 10 de octubre de este mismo año. Y llama al contrato original “Texto retirado de la Asamblea Nacional”, lo cual no es cierto que se retiró, sino que se lo enviaron de vuelta, la propia Comisión de Comercio y Asuntos Económicos de la Asamblea, bajo el argumento baladí de que “Le recomiendan al Ejecutivo que retire el proyecto” lo cual escapa a la regulación constitucional, conforme a la cual el contrato se aprobaba o no (Artículo 159, Numeral 15 C.N.), pues no cabía otra opción, pero todo fue manejado muy hábilmente, al margen de la Constitución. Se trata de la misma jeringa con diferente pitongo.
Y así nos quieren engañar: 1. Que se eliminan las cláusulas de expropiación de terrenos para la explotación minera, la cual se caía de su propio peso por ser inconstitucional, ya que las empresas no pueden expropiar, esos es cuestión exclusiva y excluyente del Estado; 2. Que la empresa minera solo puede explorar, extraer y explotar dentro del áreas de concesión (Tácito y sobreentendido o es que podían hacerlo en el resto del país también?); 3. Que la empresa minera no puede establecer o solicitar restricciones al espacio aérea, sean vuelos temporales o permanentes (Ni siquiera hay necesidad de referirse a ello, pues constitucionalmente jamás habrían podido hacerlo); 4. Que el contrato ya no podrá ser utilizado como marco de referencia para futuras concesiones mineras?. No era y jamás podría ser una Ley Marco, pues son dos cosas diferentes: Ley Marco y Contrato Minero. Los contratos solo tiene fuerza de ley entre las partes que lo suscriben, nadie más; 5. Acceso restringido a la identidad de beneficiarios finales. Dicen que ello ha sido eliminado. Sin embargo, tales restricciones se tiene por no puestas y ello por ser ilegales y abusivas. 6. Desaparece que pueda la empresa minera extraer oro, plata y molibdeno, y que ahora el Estado no autorizará ninguna otra explotación minera. Bueno, al parecer ya viene explotando todos estos metales. Y no pasa nada. Y quién dice que no lo harán?. Oficina Especial dentro de la mina?. No es posible ya que el Estado mantiene su papel de fiscalizador y ente rector y ningún contrato puede decir lo contrario. 7. Soberanía y restricciones a ella?. Ningún contrato puede restringirla, absolutamente ninguno (Artículo 1 de la C.N.) Así que no entendemos dónde está la gran conquista o modificación?. Y todo esto sin mencionar más de cincuenta puntos que desfavorecen, en su totalidad, a Panamá y a su población y que quedan supérstites en el contrato minero. V.gr., El arbitraje sui generis que se prescribe en el mismo en claro perjuicio o detrimento de Panamá. No es arbitraje es vasallaje.
No obstante, de todo lo anterior, el eje central de la situación va más allá de la mera discusión de un contrato que nos quieren implantar como cuestión de vida o muerte para los panameños. La discusión ahora se centra, a mi juicio, en un tema y concepto nuclear: La soberanía del Estado panameño. No niegan, los interlocutores del minerismo desfasado, que otros estados, extranjeros, son dueños de las acciones de la minera y eso sí es grave y peligroso. Esto sí es cuestión de vida o muerte. Y como reza el aforismo latino: A confesión de parte, relevo de pruebas. “Cuando un político dice que acabará con la pobreza, se refiere a la suya” -Paulo Coehlo. Dios bendiga a la Patria!.