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OPINIÓN

Hacia un nuevo modelo de país 

Franklin Castrellón 

Periodista 

 

En un artículo publicado el 5 de febrero de 2022 en su página de Internet “La esquina de Rubén Blades”, el prestigioso cantautor y abogado panameño hace un profundo análisis “Sobre Panamá y la elección del 2024”, tras el cual propone el “desmantelamiento del estado clientelista y su reemplazo por una opción que proponga un Panamá posible y mejor” como fórmula para sacar al país de la crisis institucional y moral en que se encuentra. 

La vía propuesta por Blades para lograr ese gran objetivo, es la de “cerrar filas alrededor del Movimiento Otro Camino”, liderado por el excandidato presidencial independiente, Ricardo Lombana. Y para materializar ese apoyo, Blades invita a todos los candidatos independientes a “inscribirse en Otro Camino, para poder presentar un frente común y aprovechar las ventajas y protecciones que ofrece la ley electoral a los partidos políticos”. 

En un escenario muy parecido al que vivió Panamá en 1987, bajo la dictadura de Manuel Antonio Noriega, que propició el lanzamiento por la Cámara de Comercio de Panamá de la Cruzada Civilista Nacional, la propuesta de Blades parece ser la única salida democrática a la crisis institucional y a la corrupción generalizada, en que han sumido al país los partidos políticos tradicionales en los últimos 31 años. 

Después de asumir el gobierno en 1990, los líderes de aquella Cruzada no fueron capaces de dar a los panameños la anhelada democracia y justicia que anhelaban. Sucesivos gobiernos liderados por partidos tradicionales se han ocupado de proteger la corrupción y estimular la impunidad, mientras bajan nuestros indicadores de competitividad, democracia, facilidad para hacer negocios y el coeficiente Gini, que mide la desigualdad salarial. El resultado es que Panamá registra uno de los más altos índices de desigualdad en la región, y su pobreza multidimensional es del 19%, con unos 780,000 ciudadanos en la pobreza.  

Esa clase política fracasada ha sido incapaz de aprovechar las grandes ventajas de conectividad y globalización que disfruta Panamá, en virtud de su privilegiada posición geográfica, por estar ocupada en acumular riqueza mal habida. En su desmedida codicia, ha ignorado guías valiosas para el desarrollo del país, como son los acuerdos de la Concertación Nacional logrados después del 2005, la Estrategia Logística Nacional 2030, el Plan Estratégico con Visión de Estado Panamá 2030 y el Plan de Seguridad Hídrica 2015-2050. Todos estos costosos estudios han concitado el aporte de talento local y consultores internacionales, sin que ningún gobierno se haya dignado implementarlos. 

 

  

El fracaso de los partidos tradicionales ha inducido a muchos panameños a fincar su esperanza en ciudadanos independientes, con trayectoria cívica. El relativo éxito de Ricardo Lombana como candidato presidencial por libre postulación en 2019, indica un alentador cambio de actitud del electorado panameño. Ahora con un partido político que cuenta con capítulos en todo el país (incluidas las comarcas), y el valioso apoyo de Blades y otros ciudadanos de su talla, la posibilidad de que una fuerza independiente llegue al poder en 2024 es perfectamente viable. 

En su artículo sobre la elección de 2024, Blades señala con claridad meridiana que el problema que impide a los panameños disfrutar de gobiernos honrados comprometidos con el interés nacional, “es el sistema que permite a gente como Ricardo Martinelli y los partidos políticos clientelistas destruir al país”. De allí la necesidad de concentrar el esfuerzo de los candidatos independientes en un frente común bajo el paraguas del Movimiento Otro Camino. 

Actuando de forma coordinada, el MOC deberá presentar un plan integral de gobierno que sustituya el Estado clientelista actual y plantee reformas a las leyes y códigos que favorecen la corrupción y la impunidad. Parte del plan a seguir es  lograr una amplia participación de los candidatos independientes en el Órgano Legislativo y los gobiernos locales. Este esfuerzo debería ser complementado por campañas de organismos cívicos y empresariales, para que el elector comprenda que los políticos corruptos roban recursos que debían destinarse para darles agua potable, buenas vías públicas y servicios de salud y educación de alta calidad. 

Ese plan de refundación del Estado panameño deberá tener como guía de acción los compromisos adquiridos con la sociedad civil bajo el Pacto del Bicentenario “Cerrando Brechas”. Las obras y acciones allí consensuadas están alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Milenio, de la Organización de Naciones Unidas (ONU). 

No me cabe la menor duda que los políticos que desean mantener el statu quo para seguir pelechando de los dineros del pueblo, habrán de iniciar esfuerzos, a través de los medios de comunicación bajo su control y por las redes sociales, para generar sospechas entre los dirigentes independientes y de la sociedad civil. El propósito: impedir la unidad nacional que impulsan Lombana y Rubén Blades. Confío en la sabiduría popular, que sabrá descartar informaciones y rumores dirigidos a socavar este gran esfuerzo del rescate de la nación del secuestro en que lo mantienen políticos inescrupulosos.