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OPINIÓN

LA PROCESIÓN DE LAS ALMAS EN PENA                  

CUENTO CORTO.              

RAMIRO GUERRA.              

Sentado en un   banquillo, en el balcón de un viejo caserón  de madera, de dos pisos, esperaba la procesión del santo sepulcro .Lo raro, la calle sin asfalto, no había  ningún alma. La noche destilaba un frio que trituraba los huesos. La espera se hacía larga y mi cabeza bamboleaba; me resistía quedarme dormido. Faltando poco para la media noche del vierne santo, un raro silbido prolongado con son de canto de velorio, penetró mis oidos. Miré hacia donde empezaba la calle; un tumulto de gente vestidas con túnicas negras avanzaba lentamente. Al frente, una mujer  cargando una inmensa cruz grande. Atrás de ella, un séquito de hombres y mujeres, rezando el padre nuestro.  Entre ellos, algunos llorando; un llanto espeluznante que le salía de lo mas profundo de su ser. El cielo se tornó en un mar de trueno y relámpagos, como si no fuera suficiente el castigo de caminar con cadenas amarradas  a sus pies que les laceraba la piel. Yo buscaba el santo sepulcro y por ningún lado aparecía.               

Tal mi sorpresa, algunos de los que arrastraban cadenas en forma de grilletes, eran conocidos; hacia tiempo que habían muerto. Entre ellos, José pata de loro, Carmela la loca y marimacha, Chepo la vaca, Polanco huevo de Toro  y la vieja Lucrecia , hechicera y mala. Supuse entonces, que era una procesión de almas  sufridas y que ambulaban en pena; en el cielo ni en el infierno, los querián. Al final de la procesión, venía un hombre cargando una cruz volteada y reia a todo pulmón; una risa de espirítu burlón. Al amanecer del viernes santo hacia el sábado de gloría,un fuerte grito de mi abuela que me decía, levántate muchacho, que hay que ir al pueblo a vender las conservas y panecitos. Hoy recuerdo aquella procesión  y me pregunto, si fue un sueño o de verdad se trataba de la procesion de almas en pena.