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OPINIÓN

LOS OBITUARIOS DE LA IGLESIA DE SANTA ANA.        
Por Ramiro Guerra M. 
Abri de 2022.

Antes, era costumbre colocar en la entrada de las iglesias, una lista con los nombres de los que habían muerto y una pequeña, pero pequeñísima biografía del difunto.              

Julian de Cabeza de Vaca (es un apellido muy usado en la península ibérica), vivía en unos de los caserones de madera de dos pisos, construido al inicio de la república. 

Julian era un disciplinado y asiduo asistente a la iglesia de Santa Ana. Los domingos no fallaba. Pero antes de entrar a la iglesia, hacía una parada en el parque, a saludar a sus amigos. 

Un domingo notó algo raro; lo miraban como si estuvieran viendo a alguién venido de ultratumba. Ese día vivió esa experiencia, para él inexplicable. No esperó mucho y se dispuso ir a la iglesia. Pero antes de entrar, como era su costumbre, se dispuso a leer el escrito, obituario que estaba pegado en la pared a la entrada. 

De repente se sintió congelado; se dijo a sí mismo, en esa lista hay un error, aparece el nombre de Julían Cabeza de Vaca. Con pelos y señales lo describían: 

"Era un buen barbero, muy amical y prolífero haciendo hijos. La misa se hará en su memoria".    
    
Cuestión de minutos entendió. Ya no hacía parte de este mundo terrenal.Ahora deambulo como alma en pena, por tantas travesuras y maldades que cometí. Se dijo entonces, que Dios se apiade de mí y me saque de este suplicio.