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OPINIÓN

 

POLVO ERES...

 

“Es una maldición vivir una época apasionadamente”

Proverbio chino.

 

 

El jolgorio de la fiesta de Carnaval, a lo tableño o Congos revisitados, queda atrás. Colapso para algunos.... “colapsólogos”. Culecos, murgas. Reinas de ayer y de hoy, tirando besitos a una masa de adoradores de la fiesta. ¡Sagrados cuatro días panameños!!

Enterrar sardinas después de un Martes Gordo, como que duele en alguna parte. Pero eso no es todo. Sardina no rima con ayunos y abstinencias. Tampoco con penitencias y llamados a la memoria: “recuerda, eres polvo y a él volverás”. 

Significa acaso que los /as viejos /as van por delante. ¿Serán primeras “sardinas” en la ruta de regreso a ese polvo negro? Cruz dibujada en la frente.

Si tocara regresar, el sentido común, mismo que no exige doctorados de Estado en filosofía para entender las cosas, nos dice que sabes a dónde regresar. Saliste de tu “casa”. Sabes el camino para volver. A menos que, pierdas la cabeza y no recuerdes dónde dejaste las piedritas, o las chavetas. 

 Ese “salir” tiene sus bemoles. Y acaso dobles sostenidos bemoles. Porque otro pasaje de las Escrituras dice: Desnudo saliste y saliste…del vientre de tu madre.

No es difícil comprender que no estamos hablando de una desnudez física. Aun cuando los que hemos asistido al paritorio de algunas mujeres, por experiencia propia o simple observación, sabemos que se empuja, y se puja para que salga “aquello.” En un principio, una “ranita” dando brincos en tu vientre. Desnuda y empapada en la sangre que le prestas; sale. Hay que cerrar el “camino de regreso”. El golpe seco de las tijeras te dice: Salió y salió. No hay regreso posible. Grite y llore todo lo que quiera y pueda.

Svletana Alexievitch , bielorrusa, Nóbel de literatura, La Súplica. Chernóbil, crónica de un mundo después del Apocalipsis; da algunas pistas hipotéticas de lo que pudiera ser esa desnudez.

Envenenada por la radiación o no, sigue siendo mi patria. Ningún otro lugar en la tierra nos necesita. Hasta los pájaros tienen sus nidos.

Cuando me cambiaba el uniforme de soldado, llegaba el momento de participar en la construcción del comunismo. ¿Dónde está ahora ese comunismo?

Chernóbil es una guerra por encima de todas las guerras.

Tres monólogos sobre “el polvo que camina” y “la tierra que habla”. Uno de ellos pone en el foco a una vieja abuela. Atrincherada en su casa con cinco gatos y tres perros. Por nada del mundo quería darlos. Nos injuriaba y maldecía. Tomamos por fuerza los animales. Le dejamos un perro y un gato. Las maldiciones llovían junto con otros insultos.

La orden era matar. Todo lo que sobraba. Perros, gatos. Menos las tortugas...No somos japoneses.

Disparar a matar. Pero de lejos. Es mejor así. Tan insoportable es mirar a los ojos. Apuntabas justo. Para no tener que rematar.

Nosotros los humanos, algo comprendemos de lo que nos toca vivir. Los animales se conforman con sobrevivir. “Polvo que camina.”

“Alguien de la televisión nos acompañaba con su cámara. El hombre lloraba. Quería ver un saíno de tres cabezas. ¿Por qué no? Hubo un zorro que veía una bola de pan rodar en pleno bosque. 

¿A dónde vas, bola de pan?, le preguntó.

- No soy una bola de pan. Soy un erizo de Chernóbil..Jajaja. Que el pacífico átomo penetre en cada casa...” 

En cierto momento no sientes nada. Disparas y disparas a matar. Gatos, perros. Todo lo que se mueva. Era nuestro trabajo.

Finalmente, el monólogo de la “liviandad de volverse polvo”. - Milan Kundera lo ilustra magistralmente. - 

Al cabo de dos meses de trabajo, comenzamos a comprender ciertas cosas. Nos decíamos que no éramos kamikazes. Era hora de que nos reemplazaran. Niet..

¿Qué quedó de todo ese período? La sombra de una demencia. La manera como cavar, o enterrar.... Todo lo que iba comprendiendo lo anotaba en mi diario. Desde el primer día supe cuan fácil era volver al polvo...