POR EL REGRESO DE LA OPERACIÓN MiLAGRO A PANAMÁ: UNA GRAN OBRA DE SOLIDARIDAD.
Por Jorge I. González
Lic. en Derecho y Ciencias Políticas. Maestrando en Derecho Internacional
El 15 de marzo de 2007 fue suscrito un convenio marco que hizo historia en las relaciones de Cuba y Panamá, en base al cual las instituciones rectoras de la salud de ambas naciones acordaron la realización de un programa de asistencia cientifico técnica en materia de salud, consistente en el envío de especialistas y material tecnológico de punta para beneficio específico y gratuito de miles de personas con problemas de la vista.
Esta misión fue denominada con el nombre inigualable de Operación Milagro, con sede fundamental en la provincia de Veraguas, por ser esta provincia de Panamá un punto estratégico territorial que facilitaba el acceso tanto del país profundo, del interior, como también de la zona de tránsito y la capital.
La puesta en práctica de la Operación Milagro permitió la realización de aproximadamente unas 50,000 cirugías de la visión y su alcance en atención abarcó a 75,000 personas en total. Las operaciones médicas fueron realizadas muchas de ellas en Panamá y algunas en Cuba. Entre las principales enfermedades que fueron tratadas están las cataratas, glaucoma, daños de retina y afecciones en la visión derivadas de la diabetes.
En el año 2009, el recién gobierno electo de entonces decidió, sin consulta alguna, finalizar de tajo la Operación Milagro, dejando en suspenso e indefensión a 69,000 personas pendientes del servicio oftalmológico de la misión. Prejuicios de carácter ideológico y presiones lobbistas conservadoras fueron antepuestas a la necesidad de respuesta a cientos de miles de panameños y panameñas de sectores sociales de bajos recursos económicos.
En lo personal, he podido conocer de forma cercana el caso de compatriotas que han tenido que esperar años para poder operarse y recuperar a la visión y que aún están a la expectativa de reunir el recurso finaciero para poder operarse. Cirugías sumamente costosas de varios miles de dólares que dadas las condiciones del modelo económico y de gestión de la salud de nuestro país, escapan a las posibilidades materiales de la clase trabajadora y profesional panameña.
A fines de 2020 y durante 2021, en el epicentro trágico de la reciente pandemia que estremeció al mundo entero , allí estuvieron los médicos cubanos y cubanas en Panamá, ofreciendo atención médica y también cariño solidario, humanista y latinoamericano, a miles de pacientes que sufrieron las consecuencias del virus COVID-19.
La labor de los médicos cubanos y cubanas posibilitó la oxigenación del sistema de salud de los días más difíciles de la pandemia, evitando el colapso, además que permitió el reforzamiento de la atención del sistema panameño de salud a la pandemia y con ello, la destinación de personal médico nacional a la cobertura de otras áreas sensitivas de atención en crisis por la alarma mundial .
Como no recordar la carta escrita a mano, desde el hospital, del panameño Virgilio Muñoz, quien salvado por médicos cubanos, agradeció con palabras muy emotivas a la brigada médica Henry Reeve por su presencia en Panamá. (Bayano Digital, 14/2/2021). Hechos que certifican el aporte de la medicina cubana a nuestra salud.
Nuestro planteamiento en ningún momento va en la dirección de reemplazar al profesional de la medicina panameña, muy por el contrario, somos partidarios de ideas hondamente sociales, progresistas y creemos con vehemencia acérrima que la riqueza de la nación y el presupuesto del Estado, deben orientarse de manera contundente a las áreas de salud, educación, cultura, agua y vivienda, es decir, reorientar la inversión del estado a la satisfacción plena de los derechos sociales de la población panameña.
Somos creyentes en la necesidad de un estado de bienestar colectivo y de derecho social que sea alternativo al estado de corte neoliberal, que convierte en mercancía y lucro a la salud pública.
El regreso temporal de la Operación Milagro vendría a cumplir un papel coyuntural de atención prioritaria para miles de panameños y panameñas que requiere con carácter de urgencia una solución para que puedan gozar de la proeza evolutiva que significa observar con nuestros ojos al entorno que nos rodea. La ciencia y la tecnología, obras del acumulado humano, deben estar al servicio de los pueblos.
Una medida como el retorno de la Operación Milagro sería aplaudida por el campesinado, los pueblos originarios y en general, por la clase trabajadora y profesional panameña ávida de una solución a sus ojos.
Tengamos presente que la salud del pobre vale éticamente más que todas las propiedades materiales de la persona más rica, porque ese pobre puede ser nuestra madre, padre, hermanos o hermanas, nuestra pareja, amistades o hasta uno mismo.
Panamá, 14 de mayo de 2023.