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OPINIÓN

¿POR QUÉ ES IMPOSTERGABLE LA NECESIDAD DE DIALOGAR?

Por: Jorge Zúñiga Sánchez

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Muchos cuestionan la insistencia de Nito en convocar al país a participar del Diálogo. El hecho que organizaciones populares “trancaran” la circulación vial en el país durante varias semanas, y que al final el gobierno dispusiera el congelamiento del precio de los combustibles de manera dialogada. Y como siempre, la respuesta hoy es celebrada por muchos, y de otros, recibe severos cuestionamientos. Tal vez, en la lógica de los críticos todas esas manifestaciones se hubieran podido evitar, si el gobierno oportunamente hubiera tomado las providencias del caso.  

Desde años atrás venimos advirtiendo el riesgo de la fragilidad de nuestra institucionalidad democrática, así como de la erosión de la credibilidad ciudadana. Llevamos 33 años de estar jugando a la democracia, viendo con indiferencia que el clientelismo político desbancó al debate; que los liderazgos se construyen a base de prebendas y canonjías, y que el espíritu cívico ha caído rendido ante las conveniencias personales.

Ya el país resentía el impacto negativo de la crisis económica, en la baja tributación, en el aumento de la pobreza y el desempleo, y en el alza de los “producto de la canasta básica”, y para colmo la pandemia llegó para agravar al punto máximo, el turbio panorama social.  

Estamos de acuerdo que la respuesta estatal en forma de bonos, subsidios y bolsas de comida, son simples paliativos que no resuelven el problema de fondo. Pero lo que no creemos es que el país resista nuevas promesas de campaña de “los mesías” politiqueros. Antes de pensar en elecciones, el país tiene la necesidad de recomponer su democracia, y convencerse que la solución de la crisis está en el aporte individual o grupal de todos.

¿Cuál es el problema que hoy afrontamos? Las respuestas que hoy se demandan, sólo pueden hacerse por medio del subsidio público, con recursos estatales cada vez más escasos. Sin embargo, el empresario espera mantener su margen de ganancias; el profesional quiere llevar una vida cómoda; el estudiante necesita visualizar su futuro espacio laboral; el trabajador quiere recibir un salario adecuado, y las mayorías desean tener acceso a una educación liberadora, a servicios de salud y a una vivienda dignas.      

Como es entendible que cada sector social interprete su posición desde su propia perspectiva, entonces para queda otra que dialogar para evitar mayores confrontaciones, a sabiendas que habrán posiciones encontradas. Como suele ocurrir en todo proceso negociador, “para ganar se debe saber que hay que ceder”, así que antemano queda cancelado cualquier el diálogo, si se presentan posturas intransigentes. 

El diálogo resultará un espacio importante si se participa pensando en término de país. En sentido contrario será improductivo, si algún sector o grupo tiene las miradas puestas en las elecciones del 2024, o si estima que “por que sí”, sus idea son las que deben prevalecer en ese controversial tinglado.