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OPINIÓN

43 ANIVERSARIO DE LA IZADA DE LA BANDERA EN EL CERRO ANCÓN.

Por: Lic. Luis Toruño Plaza

¡De Soberanía no se come!, era el dicho, en una época, de algunos sectores rancios y recalcitrantes del país. Este dicho no detuvo el avance del sentimiento nacionalista que desde hacía mucho tiempo venían reclamando la integridad territorial del país. El interior del país era casi olvidado por toda la modernidad importada a Panamá y Colón gracias al Canal de Panamá. No obstante, mantenían una identidad propia, única y conjunta de sentimiento patriótico. Esta realidad, junto a los sentimientos de las mayorías de a pie, de las periferias de Panamá y Colón, lograron la siembra de banderas en la década de 1950 y otras manifestaciones hasta llegar a los acontecimientos del 9 de enero de 1964. Aquí inició la reivindicación de la dignidad del pueblo panameño que celebró el 1 de octubre de 1979 con la izada de la Bandera en el Cerro Ancón.

Este momento, nacido de las entrañas del pueblo, llegó gracias a las pasadas generaciones. Estos valientes panameños hicieron valer su dignidad y lograron que todo el movimiento de Derechos Humanos que había en la esfera internacional, les apoyara en su meta. Esta circunstancia, junto con otros factores, obligó a los EE.UU., a replantear su política sobre Panamá. Les llevó a poner el valor de la dignidad humana por encima de los intereses hegemónicos de ellos mismos, como potencia mundial.  Dignidad del pueblo panameño como nación que quería llevar sus riendas de forma independiente.

Este panorama nos lleva a reflexionar y preguntarnos si aún estamos en la lucha por la dignidad humana o si se logró la victoria de la dignidad de la persona por encima de los intereses políticos. En cuanto a los norteamericanos, podemos afirmar, por las últimas declaraciones de la futura embajadora de Estados Unidos en Panamá, que quieren que haya oportunidades para todas las personas en Panamá. Esto reafirma el compromiso de todos por un mejor Panamá, donde gracias a las rentas del Canal, estamos comiendo de la Soberanía. No obstante, este canal ampliado es sólo el inicio hacia el desarrollo económico de todos los sectores, con puestos de trabajo y dignidad para las personas. Esto aún no lo hemos logrado.

El Desarrollo económico del país, requiere internamente, un repensar en el ciudadano por encima de los intereses políticos, tal como obligamos a los norteamericanos. La distorsión del sistema político-legal, donde los engranajes de contrapesos entre los Poderes constituidos no funcionan y donde el llamado Rule of Law o Estado de Derecho, no se cumple, impide que pongamos la dignidad humana individual y de las grandes mayorías por encima de las mezquinas ventajas de ciertos grupos. Esta distorsión es la que no se persigue y es la raíz del desempleo; no persigue de forma mínima los oligopolios, los monopolios, los monopsonios, los carteles económicos, el contrabando, la payola (Delito federal en EE.UU.), la violación a derechos de autor, el dumping comercial, la evasión fiscal, el lavado de dinero, la coima, el tráfico de influencia y el peculado. Tampoco persigue eficientemente los delitos comunes, como rapto de menores, narcotráfico, etc.  El Órgano Judicial, trabaja con las uñas y con la mora judicial eterna, no se da abasto para satisfacer las percepciones de la ciudadanía. Esto es lo que nos mantiene como un país con cada día menos oportunidades y menos puestos de trabajo. 

La Soberanía sobre el Canal de Panamá, nos dió de comer para empezar el repensar del país, pero no es el final del camino. Ya el Canal ha dado lo que puede, y seguirá dando hasta un tope. No podemos apostar eternamente al Canal. Ahora mismo, lo que nos tiene sin comer es un sistema de engranajes de Poder inoperante que deshumaniza la norma y pone la ley por encima de la dignidad de la persona. La dignidad del individuo está siendo ignorada, cuando le pedimos que busquen agua en el río, que hagan largas filas para sus atenciones médicas, que sufran un transporte público paupérrimo, que crucen un río para ir a la escuela o que sean detenidos 3 años para ser absueltos al ser inocentes. Esto tenemos que invertirlo y para esto necesitamos pensar en una Constituyente, no en un documento en blanco, pero sí en un documento que haga tiradas actuariales y procesales de los posibles escenarios a encontrarse y cómo deben interactuar los Poderes Constituidos del Estado, frente a esos hipotéticos escenarios. No hablemos de un documento escrito y sin respaldo, hablemos de cómo deben operar las Estructuras de Poder y como los contrapesos podrán garantizar que la dignidad humana, la ética y la justicia, queden por encima de fueros y privilegios de unos cuantos. El papel aguanta todo lo que le ponen, y sin mecanismos efectivos, queda la ley escrita queda en letra muerta.

Como conclusión, si comprendemos que los puestos de trabajo privado, nacen de combatir las fallas de mercado arriba enlistadas, con el fin de promover la inversión interna de capitales, entonces comprendemos que dichas distorsiones no se pueden combatir sin hacer operar los engranajes de Poder que le da vida al Rule of Law o Estado de Derecho. Por consiguiente, de Soberanía y de Constituyente, sí se come, de ambas se generan réditos, ganancias, puestos de trabajo y oportunidades. Hacia allá tenemos que ir y tomar la bandera e izarla, como en otrora, pero esta vez, para liberar a la Corte Suprema de Justicia de las cadenas que le impiden hacer Justicia.