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OPINIÓN

Cuando emergen la hipocresía y la ignorancia 

Por: Marcos Castillo Pérez

 

La reciente nominación por el gobierno de México de Pedro Salmerón, para embajador en Panamá, suscitó el rechazo de agrupaciones de mujeres que se lo plantearon a la ministra de relaciones exteriores Erika Moynes, debido a las acusaciones sobre acoso sexual que pesan sobre el historiador, la canciller tomó nota del pedido y envió una comunicación al gobierno mejicano donde le manifestaba la inconveniencia de tal nombramiento. El presidente, Andrés López Obrador, anunció entonces que nominaría a la activista por los derechos humanos, feminista, educadora y actriz, Jesusa Rodríguez Ramírez en remplazo de Salmerón.

No habiéndose formalizado aún la nominación de Jesusa Rodríguez, ya en las redes sociales, grupos de mensajería instantánea y algunos medios de comunicación, se le comenzaba a descalificar. Pero a Jesusa Rodríguez, no se le indilgan delitos de corrupción, acoso, violación de derechos humanos, torturas o maltrato. La nominada es una educadora, activista social y militante del partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) actualmente en el poder, por tanto, se le podría considerar una embajadora política como suelen ser una buena parte, sino la mayoría de los representantes diplomáticos. Los cuestionamientos que he leído se centran en su preferencia sexual, dado que Rodríguez es abiertamente lesbiana y está casada según las leyes mejicanas desde 2007 con otra mujer. Han circulado videos en los que se le ve cantando junto a su pareja y donde utiliza una letra reivindicativa de los derechos del colectivo LGBT y los movimientos feministas. También han cuestionado su defensa al uso de la marihuana, su forma directa de expresarse o que no es diplomática de carrera.

Los cuestionamientos esgrimidos, dejan al descubierto que vivimos en un país donde la misoginia, la mojigatería, la añoranza del patriarcado, el eufemismo, la hipocresía y la ignorancia, son la moneda de cambio en las relaciones sociales. La mayoría de quienes rechazan a Jesusa Rodríguez hoy, no abrieron su boca, ni mostraron ninguna empatía con los grupos de mujeres que solicitaron a la cancillería panameña que le negara el plácet al acosador Pedro Salmerón. Tampoco los escuche rechazar el beneplácito que en el pasado diferentes gobiernos les han dado a políticos y militares señalados por violaciones a los derechos humanos en sus países, incluso la designación de políticos panameños acusados de corrupción y que han sido designados en cargos diplomáticos. 

Los pronunciamientos de políticos populistas y opinadores de ocasión probablemente serán seguidos por la petición formal del denominado grupo “Profamilia” o de dirigentes religiosos que, apalancados en la moralina cristiana, no tardarán en exigir a la cancillería que declare “Non Grata” a Jesusa Rodríguez a quien intentarán satanizar. Se trata de las mismas personas y grupos que han guardado silencio cómplice o conveniente, ante el criminal escándalo de abuso sexual contra niños y niñas en los albergues supervisados por la SENIAF y administrados por iglesias y particulares, o de las escandalosas cifras de feminicidio que a diario publican los periódicos locales. Panamá se ha caracterizado por ser un país abierto a la migración, la libertad económica y la globalización, pero en temas de derechos humanos adopta una actitud ortodoxa que la mantiene rezagada de otros países de la región. Me inclino a pensar que lo que motiva la oposición al nombramiento de la nueva embajadora de México por parte de sectores conservadores y religiosos, sea el temor que su llegada al istmo pueda verse como un espaldarazo a los grupos que luchan por los derechos de las mujeres y del colectivo LGBT. Le tocara al gobierno sortear el influyente e intenso cabildeo y ruido mediático, que harán estos grupos, que pretenden que sigamos siendo un país sumido en la ignorancia, el dominio del patriarcado, la hipocresía y la intolerancia. A ellos es propicio recordarles que estamos en el siglo XXI y que el mundo ha evolucionado.

El autor es comunicador social y expresidente del colegio de periodistas.