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OPINIÓN

DEL FRAUDE ELECTORAL O  

DE LA IMPOSICIÓN  FORÁNEA DE UN CANDIDATO?. 

Por: Silvio Guerra Morales 

 

La palabra fraude proviene del latín fraus, frus, frudis, fraudis: engaño o, en su connotación jurídica,  daño derivado de un engaño. El fraude encierra o tipifica  una acción que resulta contraria a la verdad y a la rectitud. Se comete en perjuicio de una persona u organización. Hay fraude, del mismo modo, cuando se realiza o desarrolla una conducta deshonesta o engañosa con el solo fin o propósito  de obtener alguna injusta ventaja sobre otra persona u organización.   El fraude quiebra muchas cosas:  Seriedad, honestidad, rectitud, transparencia, igualdad, éxitos, justicia, respeto, templanza, prudencia, mesura, y traduce un comportamiento que riñe contras las normas éticas, morales, jurídicas, sociales, institucionales, etc.  

Allí, en donde el triunfo es el producto  del fraude, del engaño, de la acción o de la omisión que  ignora o desconoce la voluntad de una persona o de un electorado, no cabe darle otra tacha que la nulidad del acto que, con apariencia de correcto o de verdad, no ha sido más que el rédito de la desvergüenza, la mentira, de maniobras o de  simulaciones y  componendas. Nunca la mentira podrá sostener un triunfo. Jamás. 

El fraude, en materia electoral, es una burla de la voluntad del electorado.  Cuando se trata de los comicios electorales,  en donde una nación entera, su pueblo o población, escoge a sus gobernantes y a quienes lo habrán de representar al frente de las instituciones de ese Estado, de los Órganos del Estado, de las circunscripciones territoriales, etc., la población no espera otra cosa que su voluntad, como soberano, sea respetada.   Violentar esa voluntad, equivale a tanto como pisotear a la propia dignidad de las sociedades, de su gente.   

Sirva este introito para exponer estas alternativas:   1.  Ante la amenaza de un fraude electoral,  los pueblos deben fortalecer a sus instituciones, entre ellas, el propio Tribunal Electoral.  Defenestrar esa institucionalidad sería tanto a como abrir compuertas a la anarquía y al desorden, al levantamiento de la población,  a la misma insurrección popular.  2.  Si se ataca a la institución que debe ser la garante de la transparencia de los comicios generales, se están desatando cauces para que fuerzas internas y externas, poderes políticos de adentro y de afuera, hagan con la nación lo que mejor les plaza y,  no necesariamente,  ello significa el sometimiento al orden constitucional 

 

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y la estabilidad de la institucionalidad democrática de la nación, menos a la defensa del Estado Constitucional y Democrático de Derecho. 3.  El discurso del fraude electoral que se ha venido pregonando, inicialmente,  por unos pocos, y hoy,  al que se han sumado otras voces populares,  debe ser corregido y enmendado y ello en el sentido de que,   desde afuera, como siempre ha sucedido en esta nación, hay una potencia que quiere decirle al pueblo panameño quién deber ser y quién no,  el próximo Presidente de la República de Panamá. 4.  Ni el Tribunal Electoral ni el pueblo panameño pueden permitirse esa intromisión o ignominioso intervencionismo. 5.  El mejor fiscalizador y garante de esa transparencia en el torneo electoral, sin duda alguna, lo es el propio pueblo panameño.  

Nunca antes,  en un torneo electoral  han estado en juego,  tantos intereses, ya para los panameños a como para los enemigos de Panamá y para quienes diciendo que son nuestros amigos, nos quieren quebrar como  nación, destruir como Estado, aplastar nuestra dignidad y soberanía nacional   y ponernos, en el mapa mundial,  como un protectorado del coloso del norte o ya como una colonia más de ellos.   

En ese orden de ideas, a mi juicio, el Tribunal Electoral debe salir al paso, desde ya, antes bien ya es tarde, pero que lo hagan, a contestar con diáfana energía y verticalidad,   esas críticas que, justificadas o no,  le vienen endilgando, entre ellas la  de ser poco transparente, máxime tras lo ocurrido  en la reciente votación electrónica de ciudadanos que,  desde el extranjero,  estaban habilitados  para emitir, el día 24 de abril de este año,  el voto electrónico.  Creo que esta irregularidad, la de las fotos que no correspondían al número de la casilla aprobada, en especial con la del  candidato a la Presidencia de la República, José Raúl Mulino, en esta votación electrónica, fue un tanto extrapolada, exagerada,  en todo sentido, pues como advirtieron algunos en las redes sociales,  cada votante sabía reconocer a su candidato, así lo hubiesen puesto en cualquier  casilla.  

El discurso ante la supuesta gestación del fraude lectoral, reitero, tocará al Tribunal Electoral,  a sus magistrados, de modo constante, insistente, permanente, no podría ser otro que garantizar unas elecciones libres, pluralista, democrática, participativa, en donde el voto de cada ciudadano será contado y adjudicado al candidato que eligió o que era de su preferencia política y que quien marque o se haga de la mayor parte de los votos, sea quien suba al solio presidencial.  Igual con  cada circunscripción territorial del país.  

 

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En ese discurso del Tribunal Electoral, también debe ir ínsito el claro mensaje de que ninguna embajada ni poder alguno del extranjero, venga de donde venga, cambiará el curso de la voluntad popular. De modo que,  quede bien categórico el mensaje de que aquellos  viejos tiempos del país bananero gobernado por un enclave colonialista, que tanto daño nos hizo, quedaron atrás. Que la voluntad del soberano será respetada y que lo juren ante el Altar de  Dios y de la Patria!. Y, hasta el momento, según los indicadores o porcentajes que arrojan las encuestas, aunque una elección solo se gana en el día de la elección y no en otro, el que marca como opción preferente del pueblo panameño, lo es el  abogado JOSE RAUL MULINO.  

Con el discurso del fraude electoral, mucho cuidado, ya que se podría estar cocinando un caldo condimentado con una alta dosis de mucho peligro, ya que cualquiera que salga electo podría recibir la tacha popular de que su elección ha sido todo un fraude. ¡Dios bendiga a la Patria!