Categories
INTERNACIONALES

El mito de un “bloqueo” que Estados Unidos nunca ha impuesto a Cuba 

 

PRENSA INTERNACIONAL.- Durante los últimos años, el régimen cubano le ha encargado a uno de sus brazos de propaganda, el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex), calcular en divisas los daños del llamado ‘bloqueo’ a Cuba, si bien este funciona en la práctica como un embargo y fue impuesto por Estados Unidos a la isla desde la década del 60 en respuesta a un proceso de nacionalización, que afectó particularmente a ciudadanos y empresas del país norteño.  

Un informe publicado recientemente por el exprisionero político cubano y diplomático Luis Zúñiga, enfatiza, en primer lugar, el uso a conveniencia, por parte del régimen comunista, del término ‘bloqueo’ con el evidente propósito de magnificar su impacto y presentarse como “una víctima” que suscita simpatía o lástima del resto de las naciones (por ser Cuba un país pequeño y Estados Unidos uno grande y poderoso). 

El Minrex lleva años llevando a votación en la ONU la resolución ‘Necesidad de poner fin al bloqueo’... y recitando las pérdidas que durante los 60 años de embargo, Cuba ha tenido: “Más de 930 mil millones de dólares estadounidenses”. Incluso, en 2021, fue presentado un documental dirigido fundamentalmente al público estadounidense: “La guerra contra Cuba”, como parte de una maquinaria de manipulación propagandística que ha sido utilizada con notable eficiencia y replicada por todos los gobiernos de izquierda del mundo, particularmente desde el derrumbe del campo socialista de Europa del Este y la crisis que ello produjo en Cuba. 

Lo que no cuentan ni ese documental producido por Danny Glover y Oliver Stone ni el Minrex es que la raíz del embargo está en la agresión del régimen castrista, mediante su acción confiscatoria (sin compensación) contra compañías estadounidenses como “Texaco”, “Shell” y “Esso” en el año 1960, poco después del triunfo de la ‘revolución cubana’ y en un contexto de Guerra Fría. 

Más confiscaciones

Según reseña Zúñiga, a las mencionadas empresas petroleras se sumaron otras 38 empresas de norteamericanos, entre ellas los 36 centrales azucareros que poseían, como también las compañías de teléfonos y electricidad. Aunque en el mundo entero las nacionalizaciones requieren que los gobiernos compensen adecuadamente a los dueños extranjeros, todas esas empresas fueron nacionalizadas sin compensación por orden de Fidel Castro.

La primera respuesta del presidente de Estados Unidos fue cancelar la cuota azucarera de 3 millones de toneladas que le compraba anualmente a Cuba. Luego, ante la elevación de aranceles a las importaciones de productos estadounidenses, el gobierno de ese país decidió suspender la exportación de mercancías a Cuba, excepto medicinas y alimentos. 

Por último, Fidel Castro ordenó “la nacionalización de todos los bancos extranjeros”, y el 24 de octubre “dispuso la confiscación de todas las empresas norteamericanas que permanecían en Cuba. Las confiscaciones a estadounidenses fueron valoradas en ese momento en poco más de $1.000 millones de dólares”, expone Zúñiga. 

La situación escaló hasta que el 3 de enero de 1961, las relaciones diplomáticas se cortaron y que el próximo paso de Kennedy fuera ordenar el Embargo Comercial a Cuba, basado en la “Ley de Ayuda al Extranjero” (Foreign Assistance Act) aprobada por el Congreso de los Estados Unidos. 

Para imponer el embargo —más teórico que práctico, según analistas—, la explicación que dio el presidente Kennedy al Congreso fue la defensa de los intereses de los ciudadanos norteamericanos arbitrariamente despojados de sus empresas legalmente constituidas en Cuba. Pero, justamente, tampoco cuentan los propagandistas del ‘bloqueo’ que al excluir a Estados Unidos del pago por las propiedades y negocios nacionalizados, en contraste con las garantías de pago que daba al resto de los países afectados, Castro demostró que su acción era selectiva y tenía como trasfondo un cultivado “odio” al país vecino. 

No hay sustento

Para Elías Amor, experto de Cuba Study Group, quienes afirman que el embargo a Cuba es inmoral e ilegal no tienen sustento alguno. “Lo que muestran es un gran desconocimiento de la historia. El origen del embargo se produjo cuando el régimen de Fidel Castro, de forma unilateral y sin justificación alguna, procedió a partir de 1959 a confiscar y expropiar, sin pagar las compensaciones, al capital empresarial y productivo de Estados Unidos en Cuba. Decisiones de ese calibre llevaron al gobierno de Estados Unidos a exigir el pago (no se aceptaron los bonos emitidos por el régimen, porque carecían de respaldo financiero al ir condicionados a la cuota azucarera que mantenía Cuba en Estados Unidos y que también fue cuestionada)”. 

Precisa que Estados Unidos, para defender los intereses económicos de sus nacionales expropiados por el régimen revolucionario, decretó el embargo en la administración Eisenhower. “Después, en 1962 Kennedy amplió la regulación del embargo extendiendo las restricciones a las importaciones cubanas con referencia a la Foreign Assistance Act. aprobada por el Congreso en 1961 y que autorizaba al presidente a imponer estas medidas hasta que el gobierno cubano avanzara en la compensación de ciudadanos estadounidenses por las nacionalizaciones”.

No hay bloqueo

Bloquear económicamente a un país implica medidas que —como declaran los expertos— no se han usado en el caso de Cuba: rodear el país con barcos de guerra, bloquear el espacio aéreo para impedir que lleguen mercancías y suministros. 

Además, un bloqueo impide comerciar y realizar transacciones bancarias y financieras con otros países. En cambio, Cuba comercia con una gran cantidad de países y realiza transacciones normales con ellos. Solo las transacciones directas con Estados Unidos —o las sujetas a restricciones por sospechas de tener vínculos con grupos terroristas, lavadores de dinero o sus testaferros—, están limitadas o controladas; así como está prohibido darle a Cuba acceso a créditos en Estados Unidos. 

Esa prohibición ha evitado que la cúpula endeude, aún más, el futuro de los cubanos, en tanto más de $59,000 millones de dólares que ha recibido el régimen, no han sido devueltos a los prestamistas ni se ha dicho al pueblo en qué se usaron esos fondos mientras persisten la falta de viviendas, los problemas de transporte y la escasez de alimentos.

Aun así, Estados Unidos es el 5to socio comercial de Cuba por su volumen de comercio y, según el Departamento de Agricultura de EE.UU., suministra alrededor del 96% del arroz y el 70% de los productos de carne avícola que se consumen en Cuba. Esto se debe en parte a que a lo largo de estos años, presidentes de Estados Unidos modificaron las restricciones impuestas por el embargo, en busca de mejoras en la situación de los derechos humanos en la isla.

“No ha habido bloqueo jamás, salvo unos días durante la crisis de los misiles en octubre de 1962. Pero al régimen comunista cubano le ha venido muy bien mantener esa imagen de hostigamiento que es falsa, porque en realidad Cuba puede comerciar libremente con todos los países del mundo y recibir inversiones, créditos y préstamos, turistas y remesas igualmente sin restricción alguna de los países que así lo deseen. Incluso existe un comercio de alimentos, medicinas, etc. con Estados Unidos que ha alcanzado cifras importantes en 2021, y que la única salvedad es que se encuentra tasado con las normas del embargo (por ejemplo, se tiene que pagar al contado, no hay crédito)”, explica Amor.

Justificación y sanciones

No obstante, la propaganda sobre el ‘bloqueo’ es constante y el régimen lo usa para justificar los problemas del país, desde la falta de alimentos y medicinas hasta la precariedad de instalaciones hospitalarias. Según Telesur, “afecta a todos los sectores de la economía cubana con pérdidas millonarias e impide el acceso a materiales, productos y servicios del mercado internacional, necesarios para el normal desarrollo de la isla”. Poco ha faltado para que le achaquen al bloqueo la falta de productividad del campo cubano, apunta Zúñiga.

En particular durante el último año de gobierno de Donald Trump, la propaganda se cebó en las sanciones de este, entre ellas la cancelación de los viajes en crucero a Cuba, aplicación de la Ley Helms-Burton, retorno de Cuba a la lista de países que no colaboran en la lucha contra el terrorismo y sanciones selectivas a varios altos funcionarios y militares castristas vinculados con la represión contra los ciudadanos que expresan alguna forma de disenso con el régimen. 

Son medidas dirigidas a limitar ingresos al aparato militar represivo que domina la economía y sostiene a la dictadura, en particular a la élite de generales aferrados al poder, incluido Raúl Castro y sus hijos Alejandro Castro, Nilsa Castro, Deborah Castro y Mariela Castro, así como al exyerno de Raúl Castro, el general Luis Alberto Rodríguez, presidente de GAESA.

Amor considera que se ha mantenido la sustancia principal del embargo porque el régimen comunista cubano “no ha dado una sola muestra de reconocer el pago de las compensaciones”. Los desarrollos posteriores basados en la Ley Torricelli o la Ley Helms Burton —indica—, aunque prestan atención a la cuestión de la democracia, los derechos humanos y las libertades, continúan con “las lógicas reclamaciones” de dinero que Cuba “no ha pagado ni piensa pagar”. “El sustento del embargo es ese, y está plenamente justificado”, dice.

No obstante, el analista destaca como puntos a favor del régimen cubano en este conflicto el alcance de su propaganda y, en contraste, que “Estados Unidos nunca ha explicado de forma adecuada su posición”. “No es verdad que el embargo provoque daño alguno al pueblo ni a la economía. La realidad es que lo que hace que la economía cubana no funcione es el régimen comunista impuesto a la población por la fuerza, y el modelo económico y social que no existe en ningún país del mundo, salvo Corea del Norte. Este es el auténtico embargo inmoral que practica el régimen sobre todos los cubanos, los de dentro y los de fuera”, valora.

Explica que el embargo se mantiene por voluntad del régimen cubano como estrategia política de supervivencia: “Le ha ido muy bien con él. Si se quisiera resolver el contencioso, lo único que tiene que hacer el régimen es negociar y pagar. Pero eso no lo harán jamás y prefieren que se mantenga el impasse durante 60 años”. 

Por otra parte, el experto asegura que la posición estadounidense es la correcta, tanto desde la perspectiva de proteger a sus nacionales vulnerados sin compensación como para el futuro de los cubanos: “Pensando en términos contrafactuales, posiblemente, si no se hubiera aplicado el embargo, el régimen comunista cubano habría actuado contra intereses económicos de otros países, sintiéndose libre para hacerlo. Gracias al embargo, esa avaricia expropiatoria y confiscatoria se ha conseguido frenar”.