HUELE A PELIGRO: “EL CANAL NO ME DA NADA Y VIVA TRUMP”.
Por: Silvio Guerra M. y Ramiro Guerra M.
En no pocos artículos de opinión, desde hace tiempo ya, Ramiro ha venido denunciado la presencia militar estadounidense en nuestro país (Como en el Darién) y los permanentes vuelos y aterrizajes de aviones en nuestros aeropuertos (V.gr.Howard). Todo lo anterior al amparo de acuerdos firmados por sucesivos gobiernos y cuyos contenidos, fines o propósitos, son desconocidos por la enorme mayoría de los panameños. Respecto a este tema, triste decirlo y más deplorable aún es confesarlo, que la Asamblea Nacional no ha tenido protagonismo alguno y ha pasado agachada o manteniendo un silencio cómplice con las actuaciones de los gobiernos.
El nacionalismo que emerge de las raíces más profundas de nuestro pueblo es un nacionalismo connotado por la espontaneidad y la muestra más sincera de un auténtico fervor a la Patria. Sin embargo no podemos decir lo mismo del falso nacionalismo que emerge de ciertos sectores y que otrora ha sido calificado, atinadamente, como el nacionalismo burgués. Este tipo de nacionalismo opera lejos o distanciado del pueblo y tiende a aislarlo de sus luchas. En ese sentido, nuestra Carta Magna preconiza que la soberanía descansa en el pueblo y es éste quien tiene el poder de expresarse o manifestarse, con ímpetu singular, tanto a lo interno como en el plano internacional.
Inexplicablemente, frente a las recientes y alarmantes declaraciones del Presidente Trump de tomarse el Canal de Panamá, a las bravas y porque sí, podemos advertir que no se observa, a lo interno, una política exterior clara, categórica y coherente. Y eso es peligroso. Silvio, por su parte, es del criterio, en ese orden de ideas, que no entiende cómo el Gobierno Nacional no ha llamado o ha convocado a los presidentes de México y Canadá, particularmente por ser estas naciones también objeto de agresiones políticas por parte de EEUU, al igual que a otros países, para crear un frente de lucha y de unidad, con proyecciones latinoamericanas, a fin de enfrentar la nueva versión del monroísmo, más grave aún, es decir, del trumpismo.
Ramiro escribió, hace algunos días ya, que el Gobierno Nacional debe hablarle al pueblo y convocarlo, en las calles, en las plazas, en las escuelas, en las universidades, en el mismo Canal de Panamá, en todo lugar, a defender la soberanía y la dignidad nacional. Nada de esto se ha dado, nada se ha hecho. La Bandera Panameña debe ondear, hoy más que nunca, permanentemente, a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional.
La pregunta que nos hacemos es ésta: ¿Tendrán los gobernantes, en serio, la voluntad para hacer valer nuestra condición de país soberano e independiente?. El Presidente Mulino, sin duda alguna, ha sido categórico en señalar que el Canal de Panamá es inalienable y es un bien exclusivo y absoluto de los panameños. Pero, se requiere mucho más que formular declaraciones, lo cual está bien, pero lo que queremos decir es que se debe pasar del mero desiderátum nacionalista a las actuaciones propiamente defensistas de la dignidad y soberanía nacional. Ejemplos: Protestas en los foros y cónclaves internacionales, en los foros de todos los países, formular las denuncias públicas y propias de estos ataques por parte del Presidente Trump a Panamá. Todo ataque al Canal es un ataque a la República, un desafío a su gobierno y un irrespeto a la dignidad de todos los panameños. Sin soberanía, sin jurisdicción en todo nuestro territorio y geografía, como sostenía Juan Materno Vásquez (Teoría del Estado Panameño) dejamos de ser estado para transitar hacia una condición de protectorado. Y eso, sin duda alguna y sin dar margen a la incertidumbre o conjetura, de ninguna manera, podemos siquiera imaginarlo o aceptarlo. Frente a lo argüido por el Presidente Trump, no hay nada que negociar. ¡Viva la República de Panamá, Libre, Soberana e Independiente¡. ¡El Canal es nuestro y punto! Nada que hablar.
En consecuencia, toda eventual lógica que apunte a negar o mediatizar la verdad irrefutable de que el único titular del Canal es la República de Panamá, deviene en ser falsaria, irracional y descabellada. Esto lo decimos a propósito de que hemos escuchado y también leído argumentos falsarios, circulando por las redes, engatillados por intereses anti Panamá. Ejemplos: “Que los gringos se tomen el Canal”, “que lo administren ellos, los gringos”; que “A mi no me toca ningún centavo del Canal”, que “Cinco o diez o más familias son las que pelechan del Canal”, etc.).
En consecuencia, el argumento de que, si bien la lucha del pueblo, sus sectores nacionalistas y populares, fueron factor clave para recuperar el Canal y erradicar el enclave colonialista, los beneficios de esa liberación, no han llegado o no ha permeado en el pueblo llano o sectores más humildes del país. No se ven los beneficios y que los grandes ganadores, no han sido otros más que las élites del poder económico y con ese argumento, pretenden mediatizar lo señalado por el Presidente Trump, quien nos amenaza con tomarse el Canal. Cierto, muy cierto, que el pueblo no percibe y siente que el Canal ha servido para beneficio del mismo y esta realidad plantea una agenda democrática en el sentido de que todos los beneficios que se derivan de la operación del Canal, lleguen realmente al pueblo panameño. Sin embargo, lo anterior es una cosa y otra lo es la soberanía y la dignidad nacional, y en lo que atañe al Canal, su único titular es la República de Panamá. En consecuencia, cuando se habla de soberanía quede claro que, dicho concepto, sus concreciones, alcanza a toda la vía acuática y el Canal en sí mismo. Por todo lo anterior, hay que ponerle atención a esos argumentos de que los beneficios no permean a la mayor parte de la población, lo cual pudiera ser cierto, es cierto, pero que los mismos no se conviertan en vítores para afianzar la tesis intervencionista y agresiva del Presidente Trump hacia Panamá y para con los panameños. Corremos el enorme riego, con este tipo de razonamiento, de estarle haciendo el juego al señor Trump y a sus posturas monroístas o, simplemente, allanando el camino a sus pretensiones aberrantes y nefastas de tomarse el Canal de Panamá. Otro argumento peligroso es el que tiende a justificar la pretensión del señor Trump en base a que la geopolítica actual es muy distinta a la de ayer y que ahora todo se centra en el Nuevo Orden Mundial (NOM) en donde cada potencia pretende hacerse de territorios, sitios y posiciones estratégicas (Ante eventuales conflagraciones bélicas) y que, ante esa concreta posibilidad, ello simplemente debemos comprenderlo: “Laissez faire, laissez passer-Dejen hacer, dejen pasar”.
Reiteramos: Una cosa es luchar para que los beneficios del Canal lleguen a todos los panameños y otra lo es el luchar por la soberanía y la dignidad de la Patria, ante lo cual no podemos poner condiciones. Como le escribiera el célebre patricio y eminente defensor de nuestra soberanía, el Dr. Julio Yau, a Silvio: “Es responsabilidad del gobierno hacer justicia, caiga quien caiga. Pero hay que establecer responsabilidades. Esa es tarea del pueblo, un asunto bajo la soberanía nacional. Pero no confundamos las cosas. Lo que hagamos o no, es nuestro problema. Pero no permitamos que se usen nuestras debilidades para dar pie a intervenciones extranjeras que vienen a revolver la olla a ver qué pescan”. ¡Dios bendiga a la Patria!