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OPINIÓN

*LA MEDALLA*

 

*Por: Alfonso Fraguela*

 

El pasado 2 de agosto, en el marco del aniversario número 94 del Colegio Nacional de Abogados, fui distinguido con la entrega de la Medalla Cesar Quintero, reconocimiento honorifico contemplado en el Artículo 97 de nuestros estatutos que se otorga “a los profesionales del Derecho miembros del Colegio Nacional de Abogados que se hayan caracterizado en el transcurso de su vida profesional, por más de 25 años, por ser un incansable colaborador del gremio, en beneficio y defensa de los intereses profesionales del derecho, por haberse mantenido en la lucha por el fortalecimiento del gremio y en defensa de la conveniencia de la colegiación obligatoria”.

Debo reconocer públicamente, que nunca la esperé ni tampoco he actuado en mis 31 años de ejercicio esperando reconocimiento alguno, solamente lo he hecho dando cada paso firme y con mi conciencia tranquila que lo que hice fue lo correcto para la abogacía y para la sociedad.

Soy consciente que los cuestionamientos que haya podido hacer, quizás no fueron bien recibidos. Así como también soy consciente que ellos fueron necesarios.

El recorrido por el Movimiento de Abogados de Gremialista fue una Universidad Gremial donde la visión de grandes profesionales del Derecho como Rogelio Cruz Ríos, Edna Ramos Chue, Karim Cespedes, Jorge Hernán Rubio, José Alberto Álvarez, Raúl Rodríguez, Hernán Delgado y Cesar Guevara me brindaron perspectivas de los escenarios que se presentaron en mis más de 3 décadas de militancia, con un agudeza y precisión que se adquiere solamente con la experiencia.

Todo ello, me llevo a dar pasos correctos como fue componer el Himno del Abogado, y presentar conjuntamente con la Academia Panameña de Derecho Administrativo la Ley de Estabilidad del Abogado al Servicio del Estado, propuesta que la bautizamos como la ley Karla, por la colega Karla Prado Montenegro, una profesional del derecho que estuvo conmigo en todas las actuaciones y debates en la Asamblea junto con su hijo pequeño.

Esta propuesta fue una lucha en la presidencia del Presidente del Colegio de Abogados Carlos Alberto Vásquez Reyes, no podía ser desconocida ni mucho menos abandonada y así surgió nuevamente su presentación en forma insistente en la Asamblea Nacional.

Todo este trabajo, las constantes horas de sacrificio personal no habrían sido posible sin el apoyo de mi familia y de mi esposa, que durante mucho tiempo renuncio a esos momentos sagrados de compartir en familia para que pudiéramos servirles a la Patria y al Gremio.

Esta medalla no es mía, es de cada abogado de este país de cada ciudadano, pues representa el eco de una voz y del trabajo incansable por construir un país maravilloso de bienestar para todos.

Este Gremialismo me ha brindado muchas satisfacciones y alegrías, así como muchas tristezas cuando he sido traicionado. Pero esas risas falsas y amistades disfrazadas me han revelado simplemente a las personas que tengo enfrente. 

Quizás en realidad la culpa fue mía, pues le di el valor y el reconocimiento a personas que no lo merecían.

Este reconocimiento que recibimos no representa el silencio en el futuro, ni el pago por lo que hemos realizado en 11,315 días, significa que seguiremos trabajando hombro a hombro con quien así lo quiera respetando la dignidad, la lealtad, al país, al gremio y a la palabra.

Que no quepa la menor duda que con esta condecoración, se sella el compromiso irrenunciable que, hasta el último latido de mi corazón, hasta el último soplo de vida seguiré luchando por las presentes y futuras generaciones de abogados, con el fin de elevar cada vez más nuestra profesión, y el prestigio de ella, así como mandar el mensaje claro y sin titubeos que meterse con un abogado es meterse con todos. 

¡Que Dios los bendiga a todos!