LOS DESAFÍOS NACIONALES QUE NOS TOCARÁ ENFRENTAR
Por: Jorge Zúñiga Sánchez
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La clase política” estaría preocupada si a sólo 24 horas de las elecciones generales, los ciudadanos a estas horas estuvieran “tirando línea” sobre el candidato que les convendría escoger. Simplemente porque ello sería una muestra de que no ha sido efectivo el lavado de consciencias al que han sometido a la sociedad panameña en las últimas décadas, para que no se sonrojen ante la compra de voto.
Las campañas mediáticas lejos de brindar claridad al elector, deliberadamente le han creado una realidad oscura sobre la realidad nacional, que algunos miran las posibilidades de triunfo en “la sorpresa” que esperan que se revele al final del del escrutinio. Por eso, es difícil hablar de elecciones libres si la voluntad del electorado ha sido manipulada, ante la tolerancia de las autoridades, que por verlo como reglas validadas por la democracia, y como tal, les resulta muy cómodo “hacerse de la vista gorda”.
Han sido excepcionales las promesas ofrecidas con visión de país, de respeto al elector y a la democracia. Poco se ha hablado de la necesidad de consolidar la consciencia nacional, para atravesar los mares turbulentos por los que la sociedad humana navega hoy. En los países americanos se respiras tensiones, condición que amenaza la paz, y la armonía hemisférica pareciera desvanecerse. Y del otro lado “del charco”, se escuchan en sonar de los tambores de guerra, que anuncian que el fin de los humanos está cerca. ¿Cómo sobreviviremos esta coyuntura, sabiendo que estamos colocados bajo el paraguas defensivo del Pentágono?
El país hoy tiene en su sobrevivencia su principal desafío, y una buena o mala decisión lo facilitará o acelerará el desastre. No hablamos de Panamá como realidad histórica ni geográfica, sino seguir atados a ese destino de patria libre que generaciones anteriores, con sus aciertos y errores, se han esforzado en mantener.
La buena elección va en doble dirección: un Presidente con liderazgo, y una ciudadanía dispuesta a seguirle. Estos cinco años también pasarán, cuando menos lo imaginemos, y ojalá que en 2029, estemos como país libre y soberano viviendo una elección más. Creo que la pandemia nos trajo una enseñanza de vida: Dios no es panameño. Así que si los hombres y mujeres de mi país no nos “ponernos serios”, les profetizo que desaparecemos, y no esperen que los gringos acudan en nuestro auxilio, pues ellos tienen delicados problemas que atender.
No es posible plantearse correctivos profundos, sino estamos claros que estamos caminando sobre arenas movedizas. Hoy nuestro peor adversario es aquel que trate de dificultar el “ponernos de acuerdo”, pues aunque disfrace muy bien sus propósitos, tarde o temprano sabremos desde ya, que tiene los ojos puestos en el clientelismo y la politiquería.