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OPINIÓN

¿POR QUIEN VOTAR?

UNOS COMICIOS MANCHADOS POR EL COBRE, EL ORO Y LA PLATA.

Por: Silvio Guerra Morales.

 

 No son pocas las personas que, a diario, piden un segundo de mi atención personal a fin de que les oriente por quién votar en los comicios generales de mayo 5 de este año. En realidad, al principio, la pregunta solía incomodarme porque consideraba que el voto entraña una decisión muy propia, de cada quien, y que toda persona, en lo interno e íntimo de su conciencia, debe determinar y no asistirse por una inteligencia distinta a la suya o porque alguien le infunda que su decisión se incline por tal o cual candidato, sobre todo cuando se trata de candidatos a la presidencia de la república. 

 No obstante, no es de extrañarse que, en nuestra política criolla y como suele acontecer en otras latitudes, que líderes de opinión se encargan de promover a una u otra figura en aras de sumar preferencia y por consiguiente votos para ella, es de comprender que los ciudadanos suelan asistirse de la opinión de una persona en quien ven la posibilidad de orientación y análisis del entorno político. Tal vez, libre de toda inmodestia, sea ese mi caso.  

 Bien, el panorama político no se presenta nada claro. Lo advierto del siguiente modo: Durante la lucha del pueblo panameño contra el enclave neocolonialista de la poderosa minera, que pensábamos había concluido con la Sentencia de Inconstitucionalidad de 27 de Noviembre de 2023 y que desaparece del ordenamiento jurídico la nefasta Ley No. 406 de 20 de Octubre de 2023 –Contrato Ley de Concesión de Explotación Minera-, salvo uno o dos candidatos, ninguno más, y entre esos dos solo la Diputada Zulay Rodríguez, fue la única que expresó, de modo categórico y enérgico, un “no más” a la explotación minera en Panamá. Los otros expresaban, cual agua tibia, palabras y expresiones que, lejos de una categórica respuesta de no a la minera, dejaban trillos abiertos a otras consideraciones que, no necesariamente, indicaban un coto final a dicha actividad de explotación del cobre, el oro y la plata panameños. 

 Uno de ellos, que expresaba oponerse a la continuidad de la explotación minera, fue acusado por un propio copartidario, Juan Carlos Navarro, de haber entregado el Río Indio a la minera, en el año 2006, eliminando los límites de la Cuenca del Canal de Panamá, y no así para tenerlo como un recurso destinado al incremento y mantenimiento de los niveles de las aguas del Canal de Panamá.   

 Bueno, en ese periodo de las grandes gestas del pueblo panameño, que dejaron de ser simples protestas o manifestaciones populares de disconformidad frente a un mismo tema, el de la minería, resultó que estas protestas pasaron de ser, de un contenido de no a la minería en Panamá, a ser contentivas de una consigna preclara y gloriosa de auténtica reivindicación nacional por la nacionalidad y la soberanía panameñas. La lucha ya no se trataba, tan solo, de elevar la consigna de “no a la explotación minera”, sino de que, como cuestión sagrada, se respetara nuestra jurisdicción, nuestra soberanía, la nacionalidad y el respeto al pueblo panameño y su capacidad de decidir la explotación racional y en su favor de nuestros propios recursos naturales y no así la forma en que se venía dando la explotación minera que devenía en una verdadera vergüenza nacional y lesiva a la dignidad nacional. 

 Y no podemos olvidar, entonces, frente a los que hoy pretenden dirigir los destinos de la nación panameña que, durante el tiempo en que duraron las manifestaciones gloriosas del pueblo panameño, todo hermanado en un solo haz de voluntades, los tales, esos que aspiran a sentarse en el solio presidencial, salvo la excepción dicha, ni siquiera se asomaron a emitir un concepto favorable a las reivindicaciones populares y, al contrario, en sus pocas apariciones en público, daban muestras de ser aliados incondicionales de la corporación minera y, cuando no, tener intereses económicos en dicho imperio minero. Dictado el fallo de inconstitucionalidad por la Corte Suprema, al que me he referido ut supra, entró el pueblo panameño en una especie de sueño opiáceo producto de las alegorías electoreras y carnavalescas, dejando a un lado el tema minero y cuando el pueblo, en medio del circo, del pan y el vino, se entregaba a los días de asueto, sale en un periódico nacional un comunicado de la minera expresando que la población, el país, había sido muy mal informado, había sido desinformado, pues la minera, ya como imperio o como empresa, había acreditado cero contaminación. Y con ello requerían explotar el material que contiene oro, cobre y plata y que les entreguen las mas de 120,000 toneladas de esta materia depositada en los predios de la minera, y que, según infamación que me ha sido brindada, no es esa la cantidad, sino que va mas allá de las 500 mil toneladas. Y el gobierno qué?. Nada, no pasa nada. En lo absoluto, no hay quien defienda al pueblo. Y todos esos candidatos están en la agenda y en el proyecto de la minera: La minera no se va, no quiere irse y si los políticos la avalan, menos se iría.  

 

 Y entregado el país a fumar, cuales masas irredentas, sin dueños y sin pastor, el opio electoral, entrando en la llamada fiesta electoral, que de fiesta no tiene nada, sino más bien de entrega de la conciencia y del olvido de la dignidad nacional, se muestra presta a escuchar un debate entre unos candidatos de pacotillas, y así, definir, quién será el que mejor hable y el que más mienta al pueblo panameño, sin importar el tamaño de la mentira o las infundadas expectativas, que dé o brinde, con tal de granjearse el voto del electorado. Ya veré un debate, si es que llego a verlo, dado que no me anima, pero habrá de ser un “debate” de mentiras y de ataques personales, ya lo verán.    

 No hay compostura seria ni moral y menos ética de que le puedan hablar al pueblo panameño con la transparencia de auténticos y verdaderos líderes que le hayan servido y muestren, en sus hojas de vida, al pueblo panameño que en sus gestas de reivindicaciones sociales se hayan puesto al lado del país y no de los intereses crematísticos y plutónicos.  

 Para acabar, in fini, pretenden cortarle la cabeza a un candidato presidencial que venia arrasando en las encuestas. Me río de esta democracia. Sin haber siquiera sentencia firme y ejecutoriada, como demanda el artículo 180 constitucional, ya lo quieren hacer picadillos. Increíble, pero cierto. 

 En conclusión qué podría yo aconsejarle a los electores?. Por quien votar?. Entre tanto, mientras, prefiero seguir observando el panorama nefasto de mala política que advertimos a diario. Dios bendiga a la Patria!.