SE CAYÓ LA MENTIRA, COMO SIEMPRE SUCEDE.
Por: Silvio Guerra Morales.
Al principio nos trataron como desalmados, criminales, salvajes. Aun hoy día quedan algunos que no abandonan estos epítetos en nuestra contra. En todas partes del mundo, allí en donde había un critico de las perversas inoculaciones que se clavaron sobre casi toda la humanidad, éste era tildado de anti vacuna o tratado con menosprecio social y toda una sarta de odio y de rechazo, por parte de los sistemas médicos, estatizado o institucionalizado, arremetía contra él. Si se trataba de un médico que, excepcionalmente, se rebelaba contra toda esta parafernalia, hasta sanciones de tipo administrativo recibía, y cunado no las amenazas de destitución y juicios de escarnio público vertían sobre su honra y dignidad, tanto personal como profesional.
Hay médicos que mencionar, vilipendiados, satirizados, majados en su buen nombre: al insobornable y hombre de ciencias, Dr. Enrique Chial; la aguerrida coprovinciana, Dra. Martha Roa, al Dr. José Trinidad Castillero (Ex Ministro de Salud), Dr. Leopoldo Santamaría, siempre erudito y crítico ejemplar, objetivo y baluarte en la defensa de los derechos e intereses del pueblo panameño, y, desde la tierra de Urraca, Santiago/Veraguas, nada más y nada menos que el ilustre galeno Dr. Humberto Torres, admirable, asombroso profesional, quien en pandemia salvó a más de 1500 personas con sus sabia y oportuna asistencia médica, no dejando morir a paciente alguno, sin inoculaciones, sin respiradores artificiales (causa de miles y miles de muerte en el mundo entero, nunca amilanado, nos ilustraba con sus audios/videos en las redes sociales), y algunos otros que nunca se amedrentaron sino que se ajustaron a los verdaderos principios de la ciencia y de la salud, sobre todo a aquellas que hacen relación al método científico y que, por otra parte, hicieron del insuperable juramento hipocrático su principal regla de comportamiento personal y profesional, cosa que debió ocurrir con todos los galenos o que creen convincentemente, en la impronta de: “Salvar vidas”. Pido perdón por adelantado, porque se que otros héroes y heroínas se me quedan por fuera, pero la brevedad dela artículo e impone, antes bien quisiera mencionarlos a todos y quienes sin ser ni médicos ni abogados fueron grandes, inmensos en la defensa de la dignidad humana de la cristianad y de la verdad. Esos son los verdaderos héroes y heroínas. Felicito y agradeceré por siempre, de una manera muy especial a una heroína anónima, a mi señora esposa, Doña Yamileth Durán, quien nunca ha cesado de estar al día en la información y compartiendo conmigo todo lo que devora de los grandes médicos y actores, a nivel mundial, que llevan el liderazgo y la voz cantante en la Resistencia: Cesar Vidal, Cristina Martín Jiménez, Dr. Pablo Muñoz Iturrieta, Miklos Lucacks, y otros. Confieso que se ha hecho una experta en geopolítica y nuevo orden.
A nivel de los abogados, en la gesta de esta lucha, dada en todo el mundo, y que hemos hecho un ejército casi incontable de quienes nos oponemos al Nuevo Orden Mundial (NOM), fuimos bautizados, decentemente, como La Resistencia, pero aquí en Panamá hemos estado acompañados de brillantes juristas, por ejemplo, la siempre bien ponderada colega Jacqueline Probst, incansable luchadora de primera línea, ex asesora legal del Minsa; desde Chiriquí por el colega Nilo González quien siempre aparecía en escena con sus análisis forenses excepcionales y desnudando las mentiras de la plandemia. Se han sumado colegas en los últimos meses convencidos del gran engaño, de la gran mentira. Toda América Latina da fe, merced a las redes sociales, del arduo trabajo que, conjuntamente, con otros colegas de todos los países de nuestra América India, hemos venido realizando: Orientando, disipando dudas, destruyendo argumentos de mentiras y falsos, discerniendo correctamente como deben interpretarse las normas y las leyes, sí, ahí hemos estado, saliendo al paso a cada falsead y a cada embrujo y superstición.
Hoy tenemos alegría. Jolgorio en nuestras almas. No nos equivocamos. Dios nos ha orientado, ha sido nuestro guía en esta gesta y lo será en otras por venir. El Espíritu del Señor alumbró nuestras mentes. Cómo expresarlo?. Sencillo. La Palabra de Dios dice que el Espíritu Santo da testimonio a nuestros espíritus de que somos hijos del Dios viviente. Veamos: Romanos 8:16-17: Versión Reina-Valera 1960. 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.
Hoy todo ha salido a la luz: Confesiones de cómo se orquestó toda esta infamia y perversa maldad; de quiénes son sus autores; de cómo siempre supieron que para nada servían las inoculaciones; de que, efectivamente, los efectos adversos de las inoculaciones son reales, nada es inventado; que las inoculaciones matan, causan muertes; que ya empiezan los ministerios de salud de todo el mundo, entre ellos el de Panamá, a recular, a admitir que deben suspenderse las dosis de refuerzo, la propia OMS lo ha salido a decir y así lo ha “ordenado”; cuando no dejaban trabajar por exigencias ilegales de vacunaciones contra el Covid violentando todo principio y respeto a la autonomía de la voluntad y al principio médico del Premium Non Noscere (Lo primero es no hacer daño) y al Derecho al Consentimiento Libre e Informado, ahora quieren quedar como los salvadores de la Patria, los protectores de la salud del pueblo, cuando siempre se lo dijimos, lo advertíamos: Paren, aguanten tantos improperios, basta de tantas muertes, suspendan las inoculaciones, no inoculen a los niños ni a los infantes, en fin, pero vendieron el miedo, sembraron el pánico, el terror; muchísima gente cayó, muchos se fueron, todo el mundo victimizado por los poderosos del planeta, como bien lo dice la experta Cristina Martín Jiménez en su reciente obra: Los Dueños del Planeta, en la que expone con maestría singular y pluma admirable lo que se viene denunciando hace algunos años ya: el Gran Reseteo, reseteo de la banca, de la medicina, de las farmacias, de la educación, de la mente y pensamiento humano, de la cultura, de las formas de ser y de pensar, de la degradación de los valores propios del existencia humana y tener lo malo por bueno, lo aborrecible como aceptable, destruir a la familia, destruir el concepto de padre y de madre, en fin, todo ello conforme lo conciben los que se creen los amos del mundo.
No desmayaremos, continuamos. Solo pedimos al Señor Bueno, al Dios Todopoderoso del Getsemaní y del Monte Carmelo, al Dios del Sinaí y de la Peña de Horeb, que siempre nos acompañe y sea nuestra Sombra de día y nuestra Luz de noche. Dios bendiga a la Patria!